La energía de la mujer es cíclica y se divide en 4 fases, en las que experimentamos cambios en el cuerpo, mente y alma. Durante estas etapas podemos descubrirnos de diferentes maneras. No todos los ciclos femeninos son iguales, ni duran 28 días exactos. Cada una de nosotras transitamos estas fases con nuestras particularidades. Este autoconocimiento nos permite conectarnos mejor con nosotras mismas, es una herramienta extraordinaria para que todas las mujeres se expresen y ganen en bienestar.
Muchas mujeres no conocen en profundidad su ciclo y, al no estar al tanto de las distintas fases por las que pasan cada mes, se juzgan negativamente a sí mismas al no poder estar todo el tiempo del modo en que la sociedad les demanda: alegres, atractivas, productivas, disponibles. Una mujer que se conoce, que entiende que el movimiento de su ciclo es totalmente normal y se siente en armonía con él, comprende que existe una realidad distinta a la que propone la sociedad o los medios de comunicación, y deja de reprimirse o culparse por no estar siempre de la misma manera.
El ciclo menstrual era para nuestras antepasadas una fuente de maravillosas energías creativas, espirituales, sexuales, emocionales, mentales y físicas. Se trataba de un don que impulsaba a la mujer a renovarse cada mes, a manifestar y crear el mundo que la rodeaba, a conectar profundamente con la tierra y su familia, así como a expresar su sabiduría e inspiración. Descubrir y aceptar nuestra naturaleza de mujer nos hace más poderosas y fuertes delante de los desafíos vitales que nos apremian cada día.
La mujer que inspira
Es la mujer sabia, independiente y fuerte. Tenemos un gran deseo de perder la conexión con el afuera y de descansar más. Aumenta la intuición. Nuestro cuerpo es más resistente al dolor. Es una buena oportunidad para explorar la sexualidad desde otro enfoque.
Esta fase menstrual va desde el día 1 al 7 de nuestro ciclo. Inicia el primer día que nos viene. Sería el invierno de nuestro ciclo.
La mujer puede sentirse triste y más cansada, ya que su cuerpo se está purificando. Son días para ir a lo esencial, priorizar, relajarse, comer cosas muy nutritivas, descansar, mimarse, hacer menos vida social, porque la energía disponible es menor. También es un período en el que la mujer está más conectada con su espiritualidad, es la fase reflexiva, el final de un ciclo, un momento para parar, evaluar y conectar con lo que realmente es importante para nosotras.
La mujer que brilla
Nos sentimos dinámicas, vitales, estamos más concentradas, inspiradas y encontramos el disfrute en el día a día. Estamos cómodas con nuestro cuerpo y eso se refleja en lo sexual, donde buscamos divertirnos más que conectar profunda y espiritualmente.
Se da en la fase preovulatoria, entre los días 7 y 14 del ciclo. Es la primavera de nuestro ciclo.
Tenemos más confianza en nosotras mismas y nos sentimos capaces de enfrentarnos al mundo. Es un buen momento para planificar, organizar, encontrar soluciones, iniciar proyectos.
La mujer que siente
La creatividad aflora y podemos concretar proyectos con fluidez. La energía es de entrega hacia los demás, sentimos compasión e impulsos por ayudar al otro. En relación con el cuerpo, tenemos mucha energía para el movimiento. En lo sexual buscamos sentir mucho placer físico y expresarnos emocionalmente.
Esta fase, la ovulatoria, se transita desde el día 14 al 21 del ciclo.
Es el verano y es nuestra fase expresiva, sociable, empática y radiante. Tenemos mayor capacidad de asumir responsabilidades y de trabajar en proyectos e ideas que ya existen. Podemos aprovechar esta fase de nuestro ciclo para resolver conflictos, juntarnos a compartir con amigos o familia.
La mujer que lucha
Si no hubo fecundación, los niveles hormonales comienzan a descender. La energía se transforma, el otro pierde importancia y buscamos reconectar con nosotras mismas. Sentimos fuertes deseos de ordenar y de descartar, lo hacemos con nuestros espacios físicos y también con nuestros vínculos. Sin embargo, la energía disponible para la actividad física puede ser acotada: realizar un ejercicio suave nos ayudará a sentirnos más animadas. En lo sexual, liberamos nuestra energía más agresiva.
Esta es la última fase del ciclo, que va desde el día 21 al 28, la premenstrual.
Esta encaja con el otoño, cuando empieza a bajar nuestra energía física y notamos la necesidad de ir para dentro, de limpiar y soltar lo que no nos beneficia, tal como caen las hojas de los árboles.
El gran reto de esta fase es canalizar nuestra alta capacidad crítica hacia cosas concretas para resolver problemas, pero no hacia nosotras o los demás. Una fase que puede ser muy destructiva, la podemos reconducir hacia una fase creativa y liberadora, de conexión con nuestro inconsciente, intuición y sabiduría.
Es de fundamental importancia la transmisión que hacen las madres a sus hijas acerca de esta ciclicidad, ello influirá el modo en que entenderán su cuerpo y su sexualidad. Si las mujeres hacemos un trabajo de profundización, autoconocimiento y valoración de nuestra naturaleza, estaremos animando al cambio de la concepción del cuerpo y del alma de las mujeres. Seremos parte de la recuperación de lo femenino, que tanto estamos pidiendo de forma global.