Cuando hablamos de familia, generalmente se nos viene a la cabeza el concepto que nos formamos a partir de nuestra familia de origen, pero existen muchos tipos de familias según su conformación y diversos estilos de crianza y dinámicas familiares, que bien podemos copiar inconscientemente de generación en generación, pero que también se puede auto-reconocer en nuestro caso para, a partir de allí, diseñar o rediseñar el modelo propio de familia que queremos formar.
El origen etimológico de la palabra familia lo encontramos en el latín famulus, un término utilizado en la Antigua Roma para designar a los sirvientes y a los esclavos. El conjunto de criados que alguien tenía a su servicios, y por tanto conviviendo bajo el mismo techo, normalmente estaba constituido por personas emparentadas entre sí (esposos, hijos, hermanos), motivo por el que, con el transcurrir del tiempo, se siguió utilizando el término famulus para denominar a aquellos que tenían vínculo de consanguinidad y vivían en una misma casa, aunque nada tuvieran que ver con tareas de servidumbre.
De acuerdo a su constitución, podemos clasificar a las familias, entre otras, en:
- FAMILIA NUCLEAR: formada por los progenitores y uno o más hijos.
- FAMILIA EXTENSA: incluye a abuelos, tíos y primos y otros parientes consanguíneos o afines.
- FAMILIA DE PADRES SEPARADOS: se alternan los cuidados a los hijos, pero cada uno sigue ejerciendo su rol.
- FAMILIA COMPUESTA: formada por una o ambas personas separadas, con o sin hijos de una familia anterior.
- FAMILIA MONOPARENTAL: una de las partes no existe, sea por decisión propia o cuando una de las partes se ausenta (por abandono o muerte).
- FAMILIA ADOPTIVA: los niños no son descendientes de los adultos, pero se crea legalmente el vínculo filial. También puede ser una familia de acogida temporal.
También existen otros tipos de familias: sin hijos (por decisión propia o imposibilidad), unipersonales (solteros, viudos, divorciados), de abuelos (cuyos hijos se independizaron), etc.
Estilos de Crianza
De acuerdo al tipo de apego fomentado, tomando como un extremo un escaso apego y en el otro un mayor apego, y al establecimiento de límites, yendo de pocos a más límites, podemos distinguir 4 modelos de crianza:
Permisivo (mayor apego-pocos límites)
Se ponen pocos límites para evitar el enfrentamiento con los niños, por incapacidad de manejar esas situaciones o para evitar la frustración de no poder poner un freno a determinadas acciones. Puede ser por comodidad o por miedo a no poder sostener el límite.
Los padres permisivos son afectuosos pero dan rienda suelta a los deseos de los hijos. Puede generar en los niños actitudes tiranas que les dificulten interactuar en sociedad.
Si estás en este caso, puede ser porque hayas tenido padres autoritarios, y quieras hacer lo contrario. Pero recuerda: se puede dar mucho cariño y a la vez poner los límites necesarios. No crearán traumas, sino todo lo contrario. Los límites son necesarios para los niños, los cuidan en cada etapa y contribuirán al desarrollo de su autonomía.
Negligente (escaso apego-pocos límites)
Esta crianza no solo carece de límites, sino también de afecto. Son padres ausentes, que derivan la responsabilidad del cuidado. No exigen, pero tampoco brindan contención ni atienden a las necesidades de sus hijos. Esto puede resultar perjudicial para los niños, en su autoestima y capacidad de empatía hacia los demás.
Estos padres deben trabajar la capacidad de estar presentes, física y emocionalmente, para sus hijos, e involucrarse en el establecimiento de límites adecuados a la etapa del desarrollo de cada hijo.
Autoritario (escaso apego-más límites)
Este estilo se caracteriza por el uso de reglas estrictas que se aplican rígidamente. Los padres autoritarios son opuestos a los permisivos, establecen muchas reglas y son inflexibles, no aceptan cuestionamientos ni común acuerdo. Los métodos de disciplina tienden a ser duros y punitivos.
La principal contra de esta forma de crianza reside en que los niños basen su autoestima en la obediencia y el cumplimiento de reglas, más que en su ser, y esto les obstaculiza el desarrollo de su capacidad natural para tomar decisiones por sí mismos y hacer sus propias elecciones. Pueden ser personas inseguras cuando no haya demasiadas reglas, que repriman sus emociones y que pongan el foco en las causas, resultados y consecuencias, más que en los procesos, los logros y los aprendizajes.
Asertivo (mayor apego-más límites)
En este estilo, que favorece el desarrollo sano del niño, la comunicación con los hijos es afectiva y bidireccional. Se escuchan sus opiniones, aunque no quiere decir que se ceda a todos sus requerimientos. Se mira más allá de la mala conducta, a la que se responde con consecuencias, en vez de castigo o rechazo, para ver lo que el niño necesita realmente, no simplemente lo que pide. Se cultiva un ambiente familiar favorable, donde se respeta la intimidad y la libertad, acorde a la etapa del desarrollo que está transitando cada niño.
Vale decir que en la práctica no existen los modelos de crianza puros, el objetivo de este planteo es distinguir cómo fue nuestra crianza como niñas, patrón desde el cual podemos estar reaccionando automáticamente, buscando aplicar castigos que en nada se relacionan con el límite rebasado, así como reconocer cómo está siendo actualmente la crianza en la familia que nosotras formamos, si tiende más a lo permisivo, a lo autoritario o a lo negligente, para reforzar las características positivas y cambiar las negativas, de manera que resulten en una dinámica familia sana, en la que el afecto y los límites están ambos muy presentes y equilibrados.